La prostatitis es una afección del suelo pélvico masculino que tiene gran prevalencia entre varones de entre 20 y 50 años. Es una disfunción compleja que consiste principalmente en una inflamación de la próstata, que puede ser invalidante y que conlleva un aumento en la frecuencia miccional, sensación de dificultad o imposibilidad del vaciado completo, disuria (dolor al orinar), e incluso disfunción sexual. Además, esta afectación en la micción puede provocar infecciones de repetición urinarias, que agravan el círculo, y una clara disminución de la calidad de vida del paciente. La prostatitis se clasifica en:

- Prostatitis aguda y de origen bacteriano
- Crónica y de origen bacteriano
- Crónica sin origen bacteriano pero con evidencia de aumento de leucocitos en analíticas.
- (Estas tres representan un 5 % de los casos y el tratamiento con medicamentos tiene resultados variables y poco eficaces en la reducción sintomática).
- Prostatitis crónica o síndrome de dolor pélvico crónico masculino. En el 95% de los hombres diagnosticados como tal, no se evidencia inflamación o infección en pruebas diagnósticas. Sin embargo, los síntomas persisten. Actualmente se propone que los mecanismos que subyacen a esta prostatitis (la mayoritaria) son una disfunción muscular y nerviosa progresiva en el tiempo que perpetúa el ciclo de dolor, incapacidad y alteraciones en la inervación, la fuerza y la activación de mecanismos defensivos nociceptivos e inflamatorios a modo de bucle; de manera que se convierte en una afectación difusa mantenida por componentes neuropáticos.
CONSECUENCIAS DE LA PROSTATITIS
Los pacientes suelen experimentar:
- Restricciones en la movilidad del tejido conectivo (dolor de tipo quemazón, prurito, picor u hormigueos).
- Síndrome miofascial (puntos gatillo e hipertonías musculares) que provocan sensación de tensión local tanto muscular como visceral, dolor irradiado y sensación de tener algo dentro del ano.
- Tensión neural adversa por atrapamiento de las ramas nerviosas de los nervios abdominopélvicos como el nervio pudendo, que se sensibilizan aún más colaborando a perpetuar las sensaciones de dolor de tipo neuropático (quemazón, ardor, calambres) y provocando una denervación progresiva que se asocia con disfunción sexual.
- Disfunciones lumbopélvicas, porque suelo pélvico y musculatura lumbar están asociadas.
- Disfunciones en la movilidad visceral (dolor en una zona más amplia, difuso, normalmente en zona bajo el ombligo).
- Disfunciones del suelo pélvico.
- Procesos de sensibilización del Sistema Nervioso Central que cursan con exacerbaciones por distintos motivos biopsicosociales. Además, los nervios aferentes de las vísceras pélvicas y profundos van al tálamo, el cual no tiene una capacidad tan discriminatoria como los nervios que conducen el tacto a través de la piel, lo que lleva al paciente a no percibir los síntomas como de daño muscular sino de forma más difusa, reforzando la incertidumbre y estrés asociado.
¿Qué puede hacer la fisioterapia frente a la prostatitis?
La fisioterapia uroginecológica es una opción real y eficaz de terapia, como demuestra la evidencia científica. Dispone de abordajes altamente eficaces, complementarios e imprescindibles en tratamientos multidisciplinares, con la ventaja de no tener riesgos ni efectos secundarios como alguna medicación y que permiten cortar el ciclo de cronicidad.
Como en cualquier intervención, la elección de una u otras técnicas se basará en la recogida de datos, la valoración y exploración funcional del paciente durante la primera sesión. A partir de ahí se diseñará un plan de tratamiento personalizado con objetivos a corto-medio y largo plazo, combinando técnicas donde se busca que el paciente tome un rol activo en su recuperación y se cierre el bucle.
Estas incluyen:
- Educación en neurociencia del dolor.
- Técnicas de punción seca, así como técnicas manuales y articulares de liberación miofascial en musculatura afectada (elevador del ano, obturador interno, coccígeo, piramidal, glúteos…) dependiendo del caso en cuestión y/o a nivel ligamentario o posibles cicatrices.
- Estimulación de las ramas nerviosas que inervan la región de la próstata y neurodinamia.
- Reeducación y biofeedback global para recuperar equilibrio neuromuscular tanto a nivel del suelo pélvico como en musculatura abdominal y lumbopélvica asociada.
- Presoterapia para disminuir inflamación y activar el sistema linfático.
- Otras.